Mascotas ilegales que no puedes tener en casa en España
Un cocodrilo del Nilo en el Pisuerga a su paso por Valladolid que luego no fue tal ha sido el último caso mediático de animales exóticos en España que ha devuelto a la primera plana el debate sobre las especies ilegales que se tienen como mascota. Esta no fue real, pero sí lo fue por ejemplo el tigre blanco encontrado en un chalet en El Rebolledo, Alicante, o la serpiente asiático que mató de una picadura a su dueño en Algeciras durante la cuarentena.
Desgraciadamente, aunque es un peligro tenerlas en cautividad y mucho más abandonar a estas especies en libertad cuando se comprueba que en casa no se pueden tener, se tienen, y no todas son tan llamativas como el mencionado tigre blanco.
🚩📽 Tenían como #mascota uno de los pocos tigres albinos 🐯 que quedan en el mundo. Es lo que se encontraron los agentes en un chalet de #ElRebolledo, #Alicante, cuando detuvieron a dos individuos por tráfico de #drogas y por almacenar multitud de armas de fuego. pic.twitter.com/Sjqn5kywwD
— Policía Nacional (@policia) September 25, 2019
Es España existe un catálogo de especies exóticas prohibidas, pero las asociaciones especializadas reclaman un endurecimiento de la ley para los casos en los que se incumpla al tener o abandonar cualquiera de estos animales. En la lista hay reptiles como la rana toro que invadió una zona protegida como el Delta del Ebro, la tortuga de Florida -se ha añadido recientemente como luego explicaremos-, cuya adaptación a nuestro clima y su nivel de reproducción tan alto que ha tomado estanques de parques de muchísimas ciudades españolas -véase lo que ocurrió con el estanque de la estación de Atocha, donde tuvieron que retirarse porque estaban literalmente hacinadas-, o cotorras argentinas, ese ave de color verde que parece un periquito grande o un loro pequeño a simple vista y que ha hecho lo mismo que la tortuga de Florida pero en el medio aéreo, alterando el hábitat clásico de aves propias de nuestra geografía como el gorrión.

Tener estos animales en cautividad es un peligro y una irresponsabilidad (Foto: iStock)
Tampoco se deben tener, por ejemplo, animales como los mapaches, que además de ser realmente agresivos, son también una especie invasora que en España ha generado, y todavía genera en zonas como la Comunidad de Madrid o Guadalajara, grandes problemas en libertad porque es un elemento que pone en jaque el orden establecido en el hábitat en el que irrumpe. Y lo mismo ocurre con los cerdos vietnamitas, esos gorrinos de estética alegre que se pusieron de moda porque a George Clooney se le ocurrió adoptar uno. Fue una locura de idea, pero se extendió por todo el planeta, también en nuestro país, lo que ha obligado al gobierno actual a prohibir su comercialización desde el 1 de enero de 2022 junto a otras especies como las citadas tortugas de Florida, los varanos de la sabana o las pitones reales.
En realidad, hablamos en todo momento en condicional porque en España que se prohiba su comercialización es una cosa y que se prohiba tenerlos como mascotas, a estas y otras muchas especies peligrosas, es otra cosa. Y es que en nuestro país sí se pueden tener determinadas especies como mascotas siempre y cuando estén correctamente notificadas y documentadas. Pasa, sin ir más lejos con los zoológicos, cuyos tigres, por seguir con un ejemplo mencionado, deben tener el implante CITES en orden para no ser decomisado.

La comercialización de determinados animales está completamente prohibida (Foto: iStock)
Pasará parecido con las razas de perros consideradas peligrosas por el Real Decreto 287/2002, que cambia la Ley 50/1999 —es la que regula la «tenencia de animales peligrosos»—. Hasta ocho son estas razas, Pit Bull Terrier, Staffordshire Bull Terrier, American Staffodshire Terrier, Rottweiler, Dogo Argentino, Fila Brasileiro, Tosa Inu, Akita Inu, además de sus cruces, y su tenencia está muy regulado, pero no se prohíbe totalmente.
El conflicto entre el deseo y lo que la ley permite y lo que la moral dice que hagamos está servido entre los amantes de todas estas especies que, desde luego, no están concebidas para vivir en cautividad y tampoco en libertad en un hábitar como el de la Península Ibérica.
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